En el sector del transporte, la rentabilidad depende en gran parte del control de los costes operativos. A la hora de ampliar o renovar la flota, muchas empresas se enfrentan a una decisión clave: ¿invertir en un camión nuevo o apostar por uno de segunda mano? La elección no es sencilla y va mucho más allá del precio de compra. En este artículo analizamos las principales diferencias en los costes operativos entre camiones nuevos y camiones de segunda mano, para ayudarte a tomar una decisión informada según tus necesidades.
Sin duda, el primer aspecto que marca una gran diferencia es el coste de adquisición. Un camión nuevo representa una inversión elevada que, en muchos casos, requiere financiación a largo plazo. En cambio, un camión de segunda mano tiene un coste inicial mucho más accesible, lo que permite reducir la carga financiera o incluso realizar la compra al contado. Esto libera recursos para otras áreas del negocio y mejora el flujo de caja.
Sin embargo, el ahorro inicial debe valorarse junto al resto de costes que se generan a lo largo de la vida útil del vehículo.
Uno de los factores que más afecta al coste total de propiedad es la depreciación. Un camión nuevo puede perder hasta un 20-30% de su valor en los primeros dos años. En cambio, los camiones de segunda mano ya han sufrido esa depreciación inicial, por lo que su valor se mantiene más estable con el tiempo. Esto hace que, a medio plazo, el impacto económico por la pérdida de valor sea mucho menor.
Para las empresas que rotan su flota con frecuencia o planean revender el vehículo en pocos años, esta diferencia puede suponer un ahorro considerable.
Los camiones nuevos cuentan con garantía de fábrica, lo que implica un menor gasto en reparaciones durante los primeros años. Además, sus componentes están nuevos, lo que reduce el riesgo de averías imprevistas. No obstante, el mantenimiento sigue siendo necesario y no siempre está incluido en la garantía.
Por su parte, los camiones usados pueden requerir más atención en términos de revisiones y sustitución de piezas. Aquí es clave conocer el historial del vehículo y asegurarse de que ha sido mantenido correctamente. Comprar a un proveedor de confianza que ofrezca garantías y revisiones certificadas minimiza estos riesgos. Aun con estos costes añadidos, el gasto total puede seguir siendo inferior al de un vehículo nuevo, especialmente si se elige con criterio.
El coste del seguro también varía. Los camiones nuevos, por su mayor valor, implican primas más altas. En cambio, un camión usado suele tener un coste de aseguramiento más bajo, lo que supone un ahorro a lo largo del año. En cuanto a los impuestos, depende del país y la normativa vigente, pero en muchos casos el impuesto de circulación es más bajo en vehículos con menor valor catastral.
Los modelos nuevos suelen estar optimizados para ofrecer un mejor rendimiento y menor consumo de combustible. También cumplen con normativas medioambientales más exigentes, lo que puede ser importante si se opera en zonas con restricciones como las ZBE. No obstante, muchos camiones de segunda mano de gama alta también cuentan con tecnología Euro VI y ofrecen una eficiencia notable a menor precio.
La decisión entre un camión nuevo o uno usado debe basarse en una evaluación integral del coste total de propiedad y en las necesidades específicas de cada empresa. Si el objetivo es reducir la inversión inicial y mantener la flexibilidad financiera, los camiones de segunda mano pueden ser la mejor opción. Si se prioriza la garantía, la tecnología más reciente y una menor probabilidad de averías, un camión nuevo podría justificar el mayor desembolso.
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