Calcular con precisión el coste por kilómetro y el margen operativo en rutas largas o internacionales es un desafío clave para cualquier empresa de transporte. Operar en trayectos de muchos kilómetros implica variables que cambian constantemente: el precio del combustible, los peajes, la normativa de cada país, el desgaste del vehículo o los gastos logísticos adicionales. Por ello, disponer de un sistema riguroso para analizar la rentabilidad real no solo mejora la competitividad, sino que también guía decisiones estratégicas para ampliar, renovar o ajustar la flota. En este contexto, evaluar opciones como incorporar una tractora de segunda mano puede influir directamente en el coste operativo total.

La rentabilidad en el transporte no depende únicamente del precio del kilómetro recorrido, sino de la capacidad de la empresa para optimizar recursos, reducir tiempos muertos y hacer un seguimiento exhaustivo de cada gasto. Cuando se trata de rutas internacionales, esta necesidad es aún mayor: factores como las restricciones de tráfico, los costes de pernocta o las diferencias de precio del combustible entre países pueden convertir una operación aparentemente rentable en un trayecto con márgenes ajustados. Por eso, conocer en detalle el coste por kilómetro es fundamental para tomar decisiones adecuadas.
El cálculo del coste por kilómetro no se limita al gasto en combustible, aunque suele representar entre el 30 y el 40% del total. Conviene considerar todos los elementos que intervienen en el uso del vehículo:
En este último punto, elegir entre un camión nuevo o una tractora de segunda mano puede marcar diferencias sustanciales en el coste por kilómetro, ya que la amortización de un vehículo usado es mucho menor y puede recuperarse en un periodo más corto, especialmente en rutas de alta demanda.
Para obtener una estimación realista del coste por kilómetro, se recomienda seguir tres fases:
Incluyen amortización del vehículo, seguros, impuestos, alquiler de instalaciones o su financiación. Estos gastos se mantienen constantes y deben distribuirse entre el total de kilómetros recorridos en un periodo determinado.
Dependen directamente del uso del camión: combustible, mantenimiento, peajes, AdBlue, reparaciones, neumáticos o dietas del conductor. En rutas largas o internacionales, este apartado suele ser el más volátil.
Coste por kilómetro = (Costes fijos + costes variables) / Kilómetros recorridos
A partir de este dato, la empresa puede comparar tarifas, evaluar beneficios y estimar el margen operativo.
Una vez calculado el coste por kilómetro, es necesario conocer el margen que genera cada trayecto. Esto se obtiene restando el coste total a los ingresos por servicio. Sin embargo, en rutas internacionales conviene añadir factores como:
Analizar cada una de estas variables permite prever el margen real y ajustar tarifas para evitar pérdidas.
El coste por kilómetro está estrechamente vinculado a la inversión en la flota. Las empresas que operan rutas internacionales suelen buscar un equilibrio entre rendimiento, fiabilidad y coste. En este punto, optar por una tractora de segunda mano puede resultar muy ventajoso, ya que reduce la amortización inicial sin sacrificar prestaciones, siempre que se seleccione un modelo en buen estado y con historial de mantenimiento claro.
Además, una unidad usada puede ser especialmente atractiva para operadores que desean ampliar la flota sin comprometer su liquidez o adaptarse a picos de demanda temporal.
Para maximizar el margen en rutas largas, conviene adoptar prácticas como:
Estas acciones ayudan a reducir desviaciones y aumentan la fiabilidad de los cálculos de rentabilidad.
Comprender y calcular el coste por kilómetro es fundamental para garantizar que cada ruta, especialmente las internacionales, sea realmente rentable. Con un análisis exhaustivo de costes fijos, variables y márgenes, las empresas pueden tomar decisiones estratégicas más acertadas, desde ajustar rutas hasta renovar la flota. Y en este proceso, valorar la incorporación de una tractora de segunda mano puede ofrecer una ventaja competitiva clave gracias a su menor amortización, rapidez de integración y excelente relación entre coste y rendimiento.